viernes, 27 de febrero de 2015

El primer cubano Hombre Habano

El codiciado premio Hombre Habano del Año fue instituido en 1995 para reconocer a las personas con un notable aporte a la difusión del tabaco y su cultura. Tuvieron que pasar cuatro años para que Cuba, la tierra del mejor tabaco del mundo, también tuviera su Hombre Habano y el elegido fue Abel Expósito Díaz, de la Casa Partagás.
   Por estos días se cumplen 15 años de aquella noche inolvidable para Abel , quien se impuso en la categoría de Ventas al Detalle. Ya para entonces era una institución del ámbito tabacalero, gracias a su sensibilidad, sentido del marketing y osadía para romper moldes y vender su lujoso producto.
   “Fue una emoción intensa, realmente no lo esperaba. Sentía que (Alejandro) Robaina lo merecía primero, pero bueno, realmente en ventas nadie superaba a Partagás”, cuenta Abel.
   Ahora sonríe, pero recuerda que en la premiación estaba tremendamente nervioso, tanto que no pudo probar bocado en la cena. En el salón estaba el presidente cubano Fidel Castro acompañado por el escritor colombiano Gabriel García Márquez, amén de muchas personalidades del mundo del tabaco y amigos, viejos y buenos amigos.
   “Realmente no lo esperaba, pero es un momento que atesoro, porque marcó el punto culminante de una carrera dedicada a una pasión insuperable: vender habanos”, afirma, y de inmediato nos revela sus mandamientos del buen vendedor de habanos.
   “Ante todo, debe amar al habano, conocerlo, fumarlo, recomendarlo y conservarlo. Tiene que creer en la fortaleza de su producto y estar consciente de que no es un tabaco cualquiera, sino el mejor del mundo, el único enteramente cubano, sin mezclas de aquí y allá”, explica quien fuera un maestro en el milenario arte de vender.
   Oriundo de la oriental provincia de Holguín, Expósito comenzó a trabajar en 1993 en Partagás, fábrica a la que dedicó 19 años y convirtió en la meca de los fumadores, gracias a su genio publicitario y sus originales estrategias de relaciones públicas. De su tienda salían los habanos que fumaban líderes mundiales y estrellas del cine como Jack Nicholson o Gerard Depardieu, por apenas citar dos ejemplos.
   Alejado del ámbito tabacalero, por razones ajenas a su voluntad, Abel se mantiene fiel a su política de renovarse y recién se embarcó en otro acercamiento a este mundo, ahora desde la restauración. Abrió el restaurante Casa Abel, cuyos platos tienen la peculiaridad de prestarse para el maridaje con las mejores vitolas, amén de que habilitó un salón para fumadores con servicio de cavas para guardar puros.
   Aunque su preferido sigue siendo el robusta Serie D No. 4 de Partagás, Abel disfruta todo habano fuerte y que tire sabroso. Recuerda aquellos que solía torcerle Leopoldina “la China” Gutiérrez. Es algo que le pasa últimamente cuando enciende un puro: piensa en sus amigos. “Un habano me ayuda a meditar, a concentrarme, a pensar en las cosas del día, pero también me trae paz y, sobre todo, buenos recuerdos”, confiesa.
   A sus 57 años de edad, Abel Expósito vive convencido de que esos buenos recuerdos son los únicos que vale la pena revivir, y le pone mente positiva a sus nuevos proyectos, avalados por su experiencia, sus buenos amigos y el irreversible hecho de que muchos otros cubanos han sido Hombre Habano del Año, pero el primero fue él. Y eso nadie se lo podrá quitar…

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